La vocación es una llamada de Dios para una tarea que abarca toda la vida. Dios hace oír su voz y se manifiesta de varias maneras: en un rato de oración, a través de las palabras de una persona o de un libro, en un encuentro juvenil, en talleres, seminarios, charlas, retiros, peregrinaciones, etc. Suele surgir una inquietud que, si perdura un poco, será buena señal de que Dios desea algo. Desde luego, habrá que consultar a personas entendidas.
Por eso, es importante, cuando uno se siente atraído y llamado por Dios y por las cosas de la Iglesia es bueno acercarse a tu parroquia y hablar con el párroco o algunos sacerdotes, religiosas, religiosos, etc.
Nuestra vocación hay que ir descubriendo poco a poco y saber discernir a qué me está invitando Dios. Por ello, dentro de la Iglesia hay muchas congregaciones religiosas y misionera, como por ejemplo: los franciscanos/as, combonianos/as, dominicos/as, salesianos/as, mercedarios/as, jesuitas, claretianos y muchas congregaciones religiosas masculinas como femeninas.
Marcos 1, 14-20
Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: Decía: -El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertios y creed en la Buena Nueva. Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: -Venid conmigo, y les haré llegar a ser pescadores de hombres. Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él.
Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: Decía: -El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertios y creed en la Buena Nueva. Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: -Venid conmigo, y les haré llegar a ser pescadores de hombres. Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él.
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Un abrazo, Neto
